- Las docentes son quienes más padecieron la crisis causada por la pandemia y quienes sostuvieron sobre sus hombros -y carteras- el futuro de las infancias durante ese difícil período, cuyas consecuencias aún persisten.
Tras la crisis social, económica y política causada por la pandemia del Covid-19, todos los países de América Latina han experimentado dificultades para que sus estudiantes de niveles primarios y secundarios logren alcanzar los niveles previos.
La crisis educativa que hoy vivimos es producto no sólo de que el coronavirus obligó el cierre de escuelas y colegios de todo el globo, sino también de la falta de recursos y apoyo por parte de los gobiernos y la sociedad, con que las y los docentes y estudiantes tuvieron que enfrentar la transición hacia la virtualidad.
Esto implicó que el cuerpo docente asumió horas extra no pagadas, formación profesional sin compensación para poder educar mejor y hasta la compra -con dinero de sus propios bolsillos- de implementos, computadoras y pago de servicio de internet o plataformas virtuales para poder impartir sus lecciones.
Como si la situación no hubiera sido suficientemente difícil, la mayoría de la población docente está conformada por mujeres, que no solamente asumieron la tarea de educar a distancia -de nuevo, sin los recursos, la formación o apoyo suficiente- sino que además asumieron una sobrecarga en las tareas de limpieza, cocina, cuido de hijos, hijas y personas dependientes, y mucho más.
Esta situación fue detalladamente retratada por la investigación “Sostener el Futuro: Educar y cuidar sin recursos ni apoyo” realizada por CEFEMINA-Costa Rica para la RED de Trabajadoras de la Educación de la Internacional de la Educación América Latina (IEAL).
Mediante revisión de documentos, entrevistas y una encuesta, las investigadoras a cargo del proceso analizaron los impactos de la pandemia y de las medidas adoptadas por los gobiernos en este contexto para las docentes sindicalizadas en El Salvador, Honduras,Costa Rica, Colombia, Perú, Paraguay, Argentina y Brasil.
En síntesis, el estudio concluyó que la pandemia y las medidas adoptadas por los gobiernos agudizaron la crisis económica que ya existía en la región y empeoraron las ya complejas condiciones sociales y políticas en la mayoría de los países.
El documento explica que los gobiernos establecieron la educación no presencial de manera precipitada, sin proveer a docentes y estudiantes con los recursos necesarios y además, sin aplicar medidas para garantizar el derecho a la educación y al trabajo digno.
Esta improvisación generó vacíos que fueron suplidos mayormente por las y los docentes, cuyos derechos laborales, se vieron afectados -aún más de lo que ya se incumplían- durante la pandemia. Por si eso no era suficientemente grave, en el contexto pandémico se dispararon los discursos que culpabilizan al cuerpo docente por las deficiencias del sistema educativo, que han sido mayormente causadas por medidas recortirtas en nombre de la “austeridad”.
Paralelo a esto, detalla la investigación, las medidas de confinamiento, teletrabajo y estudio a distancia agravaron la crisis preexistente asociada a los ciudadanos. Este problema, causado principalmente por la división sexual del trabajo, recarga el trabajo sobre las familias y dentro de estas, sobre las mujeres, que conforman la mayor parte del profesorado.
Así, mientras cargaban en sus espaldas y carteras el derecho a la educación del alumnado, sus vidas como mujeres y como trabajadoras empeoraron, mientras ciertos sectores les señalaban como culpables de una crisis de la que son víctimas y no victimarias.
Ante este escenario, detallado en la mencionada investigación, es importante que desde las organizaciones sindicales, las casas de enseñanza, agrupaciones políticas y de la sociedad civil, reconozcamos los esfuerzos extraordinarios que hicieron -y continuan haciendo- las docentes y exijamos respeto por los derechos laborales de las mujeres trabajadoras de la educación.
A la vez, es necesario impulsar medidas para erradicar la división sexual del trabajo, liberar a las mujeres de la carga de los cuidados y lograr que el estado, así como toda la sociedad y las familias, asuman la responsabilidad que les corresponde sobre este tema.
Finalmente, es urgente que los gobiernos reviertan el camino recortista que han emprendido y aumenten el financiamiento que se brinda a la educación pública, de modo que se garanticen los recursos necesarios para el estudiantado y también para las personas docentes, con todas las garantías.